Ayer me escuché non-stop los tres primeros largos de OYD. Sinceramente, apenas les conocía. Y me he llevado una gratísima sorpresa. Creo que son lo que fueron Décima Víctima, pero con mucha más ironía y sentido del humor. Aquí, o hacemos astracanadas o somos los más solemnes del mundo, pero nadie ha ocupado ese terreno vacío entre el cinismo y la pompa. Quizás no estamos preparados para tantas cargas de profundidad, pero un baño de autocrítica sana no nos vendría nada mal a la reserva espiritual de Europa. Espero que tras ser fichados por un sello su obra sea mucho más conocida, porque de ejemplos como éste andamos muy escasos. Menos hedonismo y más hostias.
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