31 mar 2012

YA ES PRIMAVERA EN SSS


Concierto completo en KEXP de Claire Boucher (Grimes). Y vía Dazed & Confused, entrevista y ensayo en su local. Dos maneras diferentes de poder acercarse a alguien interesante que hace música inteligente. Gracias a los dioses, la FM sólo llega a donde puede llegar.

30 mar 2012

LOS 400 POSTS


Soy de lo que no hay. Hasta elijo el cómo se hizo un vídeo para dar más lustre a este blog. La posmodernidad crea monstruos que se comen a sí mismos. MIA es grande, SSS también.

29 mar 2012

LA HISTORIA INTERMINABLE


Otro capítulo más del esperado primer largo de iamamwhoami, el alter ego de Jonna Lee. Espero que el final esté a la altura del desarrollo de la trama.

ANGLOS Y SAJONES


Siempre han sido santo de mi devoción. Quizás sea porque son tan vilipendiados por la crítica que dan ganas de echarles una mano. Pero ellos siguen adelante pese a todo y pese a todos (y no creo que sea gracias a mí, precisamente). Después de The Future Is Medieval (2011) y Start The Revolution Without Me (2012), nos anuncian que para el 4 de junio publicarán  Souvenir: The Singles 2004–2012. Algunos ya dicen que es demasiado pronto, yo creo que hay que frenar la caída libre de ventas en la que están inmersos, y que mejor que combinar pasado y futuro para conseguirlo. Hacen muy buenas canciones, pero quizás sean asquerosamente británicos, y eso no acaba de gustar. Por cierto, On The Run es uno de los dos temas nuevos de este anunciado recopilatorio.

CIELOS MAYAS


El próximo martes, 17 de abril, KJ aterrizará en Barcelona, única etapa celtibérica de la gira de MMXII, su nuevo álbum de estudio (sale el lunes que viene vía Spinefarm). Creo que es una cita ineludible, el disco es interesante y la presentación en un sitio tan reducido ayudará a verlos en su máximo esplendor a una distacia de lo más adecuada. A veces lo importante es tan evidente que a veces no sabemos observarlo.

26 mar 2012

SIGN O' THE TIMES


En este caso la imagen está por encima del sonido, pero el conjunto merece estar aquí. Hey Jane es el adelanto de su nuevo largo, que saldrá el 17 de abril próximo.

EVOLUCIÓN Y RELATIVIDAD


Aunque se repita, aunque no pase de ser otra canción más, Madonna está tan por delante del resto de sus coétaneas que puede permitirse esto, y mucho menos.

21 mar 2012

NAVIA


Más, y más, y más, y más, y más...

NO SOMOS IDIOTAS


You Tube ha censurado este vídeo. Sin comentarios.
Me gusta mucho lo nuevo de Paul. Mucho. Cada vez más.

BLACK AND WHITE FOREVER


El equipo de producción (nunca mejor dicho) que rodea a Lana hace que ésta crezca geométricamente después de cada paso que da. Esto es pop, diría Andy W. Felicidades a todos.

16 mar 2012

EL REY DE LA SELVA


El nuevo álbum de Orbital promete. Parece que han vuelto a las buenas andadas. Ya era hora.

SERIE A


Además de contentar mi ego, cosa que me acaba resultando aburrida, este jodido blog sólo pretende sugerir música atractiva e interesante a partes iguales. Y The Horrors son absolutamente recomendables, por actitud y por resultados. Es lo nuevo de lo último, que ya empieza a ser antiguo...

12 mar 2012

SUPER 8


De lo mejorcito de este 2012. Y el disco aún no ha salido.

WONDERLAND


A estas alturas de la película poco puedo decir de Vince Clarke. Quizás que no me gusta demasiado lo que hace. Pero bueno, siempre hay excepciones (resumiendo: el primer largo de DM, la colaboración con Martin Gore en VCMG y este nuevo single de Erasure). Para disfrutar sin prejuicios.

LOS IDUS DE MARZO


Cada vez me funcionan mejor los nuevos proyectos (para mí) que los ya establecidos. Será que la fuerza del principiante me produce más y mejor placer auditivo/visual, porque no le veo otra explicación plausible. Y no paro de traer ejemplos de ello, como es el caso de este dúo neoyorquino. Acaban de editar su tercer álbum (Ghostory, Vagrant Records-Ghostly International), el primero desde que Claudia Deheza abandonó la banda en 2010 (ahora lleva la única voz cantante su hermana gemela Alejandra). Continúa componiendo, además de producir y mezclar en este caso, Benajmin Curtis (emblemático apellido). Pop hecho con sintetizadores y guitarras, así de fácil, así de complicado.

7 mar 2012

TODO ES MODA (Y II)


Y uno no puede más que pensar en el día en que se presentaron los posibles nombres para la última fragancia de la firma Mango. Y ahí estaban los creativos tratando de aunar pulsiones rebeldes con objetivos aspiracionales, conexión juvenil a través de la subcultura y ese punto fucsia tan necesario hoy día para dar visibilidad. Y entonces se lanza uno, el segundo más listo, y dice: ‘¿Por qué no la llamamos ‘Fashion Rock’? Y va el jefe y asiente, como ya hace tiempo que está acostumbrado a asentir cuando escucha cualquier frase que contenga estas dos palabras. Y entonces aparece el más listo, el que responde sin pudor ‘creativo’ cuando le preguntan qué es, y pone algo de cordura a la discusión, que se está volviendo taaaaan 2003: ‘¿Fashion? Demasiado obvio. Mejor Rock Delux’. Y se hace un silencio que es como un ‘oooh’. Y ahí está en un rincón el becario, que levanta la mano y pide la vez. Y le dan la palabra. “Perdón, pero me parece que este nombre, no sé, ¿eh? Pero, esto, que creo recordar que mi hermano mayor lee una revista de música que se llama igual”. Y se hace un silencio. Y el listo dice: ‘¿Una qué?’
En 2008, la revista In Style, en sus comentarios al respecto del atuendo lucido por las estrellas en la ceremonia de entrega de los premios Grammy de aquel año, se quejaba del look propuesto por Amy Winehouse. Según ellos, no iba vestida como una ganadora y merecía ser castigada por ello. Un año más tarde, la víctima era M.I.A., quien había acudido a la ceremonia embarazadísima y con un vestido que mezclaba topos gigantes y transparencias. La web de la MTV comentaba que la cantante parecía un globo y que, si de verdad quería saber algo sobre cómo parecer chic a punto de salir de cuentas, debería llamar a Cate Blanchet. Este último comentario fue la gota que hizo colmar el vaso de la paciencia de Emily Vesilind, experta en moda del diario Los Angeles Times. “Claro que estas mujeres no van vestidas como estrellas de Hollywood, ni siquiera como ganadoras, sea eso lo que sea. Van vestidas de estrellas del pop”, proponía Vesilind. En resumen, quien realmente no iba adecuada era Taylor Swift, que parecía sacada de un anuncio de Ferrero Rocher. Incluso Kings Of Leon aparecieron afeitados aquel año. El sopor de sus siguientes lanzamientos post-barbas confirmaba la vieja premisa de ‘donde hay pelo hay alegría’.
Dos años más tarde, Lady Gaga arribaba a la ceremonia de los Grammy vestida de Thierry Mugler e introducida en una suerte de huevo creado por Hussein Chalayan. Minutos antes, el estilista Nicola Formichetti anunciaba vía Twitter que la actuación de aquella noche, en la que Gaga debía presentar ‘Born This Way’ -acaso el single revolucionario más convencional de la historia del pop- sería una colaboración entre Haus Of Gaga y los dos creadores. Meses más tarde, Alice Fisher escribía en The Guardian una pieza en la que comentaba cómo el glamour estaba siendo desterrado por la extravagancia en el mundo del pop, deteniéndose en el éxito cosechado por propuestas tan alejadas del sentido común como las de la pareja de diseñadores The Blonds, o en el hecho de que incluso un tipo como Armani sucumbiera a la tentación de disfrazar a Gaga o Perry.
Habíamos pasado de dudar sobre las apuestas estéticas de dos mujeres con una propuesta musical interesante a celebrar las excentricidades alocadas de otras dos féminas que, a falta de propuestas musicales con cierto empaque, habían apostado por la extravagancia, y no sólo habían triunfado, sino que habían arrastrado tras de sí a la industria de la moda, encargada -desde el momento en que se decidió que la mejor forma de presentar el retorno de Lady Gaga era editar ‘Born This Way’ como single- de dotar de contenido a una nueva generación de estrellas del pop que harían canciones como las de siempre, pero se vestirían como nunca jamás osarían. No sólo habían logrado colocar lo musical como ruido de fondo, sino que ahora pretendían institucionalizar la extravagancia como virtud corporativa.
No sabemos si la revolución será televisada, o será una webserie, pero lo que está claro es que llegará patrocinada, y es casi seguro que el logo lo pondrá H&M, no EMI.
Y en ese disloque entre contenido musical y apuesta estética, ejemplificado de forma perfecta por Lady Gaga, se halla una de las claves para entender cómo, poco a poco, las canciones se han ido convirtiendo en pequeñas excusas para vender ideas muy grandes y casi siempre algo tramposas. Así, uno de los mayores méritos que se le pueden otorgar a Lady Gaga ha sido el de convencer a millones de personas tremendamente normales de que son raros y diferentes, a adolescentes de todo el planeta de que están frente a un ejercicio de innovación sin precedentes, a un puñado de raros de que el resto del mundo les envidia. Ha logrado homogeneizar el individualismo como nadie jamás pudo. Ha convertido el friquismo en tópico, le ha puesto lentejuelas al discurso de autoayuda y, sobre todo, ha logrado lo que parecía imposible: conseguir que el pensamiento positivo suene aún más hueco. Y todo esto lo ha hecho con sus trapos, no con sus canciones, porque, no nos engañemos, si su música fuera realmente original, o innovadora, o cómo quieran llamarle ustedes a algo que les tienta de llamarlo X, no vendería millones de discos. Actuaría a las seis de la tarde en el FIB. Y a esas horas y en estas latitudes, si se mete en un huevo, por muy Hussein Chalayan que sea el huevo, sale hecha un pollo asado.
La moda, de alguna manera, ha logrado que el pop más comercial se evite la molestia de tener que ir en busca de nuevo talento musical para regenerarse porque ya nadie quiere un disco sorprendente, sino un estilismo que comentar mañana en el trabajo. La moda es el nuevo directo -allí donde dicen que se esconden los dividendos- y en el futuro Madonna grabará para Gucci. La música pop, antaño paradigma de ejercicio artístico en constante evolución, se ha abandonado a su suerte como mero instrumento de satisfacción de necesidades puntuales. Ocio de acompañamiento, ya sea en forma de producto pop masivo o como de banda revival. Porque, al final, pasar de la moda y hacer las cosas como se hacían en 1972 no es más que otra decisión tendenciosa y destinada a satisfacer la necesidad de la nostalgia, pulsión pequeñoburguesa donde las haya. Es otra moda, la del pasado, igual de tramposa y rentable que la del falso futuro. Demonios, ¿por qué ya a nadie parece interesarle el presente?
Escribe Simon Reynolds en Retromania que la moda lo tiene más fácil para instalarse en discursos alejados de la progresión porque gestiona el revival a través de prendas y apuestas estéticas que han sido testadas y han soportado el paso de los años. La propuesta es dudosa desde el momento en que uno ve unos calentadores en una tienda de Bershka. Pero la simple intención de Reynolds por justificar el estancamiento en el progreso estético sin soltar con la otra mano el cuchillo con el que apuñala sin remisión la capacidad innovadora de la escena musical durante la pasada década es un ejemplo del enorme poder de sugestión de una industria, la del trapo, que, cuando se va de fiesta como si fuera 1964 se echa unas risas, no se angustia por haber traicionado su idiosincrasia. Eso sí, tal vez debamos agradecer a la moda que ahora mods y rockers no se aticen, sino que bailen juntos en protesta por un presente que no es ni la mitad de chulo que el pasado.
Y es que los fans de la moda son más felices que los fans de la música. Es un hecho fehaciente. Se divierten más, se pelean menos y se ríen casi todas las ocurrencias. Nosotros nos hemos pasado cuarenta años discutiendo sobre si eran mejores los Beatles o los Stones (cuando todo el mundo sabe que eran mejores los Kinks), hasta que nos hemos cansado y nos hemos embarcado en una irresoluble trifulca alrededor del futuro de la industria musical, el todo gratis, un tipo gordo que tenía una mansión en Nueva Zelanda, la muerte del intermediario y demás cómos que sustituyen a lo que fueron qués.
Pero esto va a cambiar. De hecho, ya está cambiando. Han ganado ellos, los de la moda. Como todas las derrotas, ésta sabe a vinagre, pero, miren ustedes por dónde, tiene un final de boca que es puro Château Lafite del 99. Y es que con toda esta globalización de la pasión por la indumentaria ha surgido una nueva raza: el experto en moda. Se trata de una mutación del anteriormente conocido como experto en música, y se reproduce que ríanse del mosquito tigre. Aunque el eternamente airado experto en música ejerce su profesión en pijama y desde casa (no tenéis ni puta idea… ), y el siempre incisivo e irónico sabio de la tendencia (¿soy yo o ese desfile es como un lookbook de Mango?) lo hace sobre sus Louboutins y sorbiendo frappucinos light en un Starbucks, lo cierto es que comparten gran parte de su ADN, especialmente el que les impulsa a la frase rimbombante, al comentario sabiondo e incluso al ocasional troleo. Y es que, claro, ¿qué se pensaban esta gente? ¿Qué se iban a poder quedar sólo lo mejor? De eso nada. Si hay una inundación, usted no abre la puerta y deja entrar el agua que necesita para fregar los platos. No, si abre la puerta, entra la riada (diletantes, infiltrados, medios cautivos, cazadores de publicidad, francotiradores del tópico... ), y lo que lleva la que ha propiciado este nuevo orden cultural global es una armada de gente irritada ante la ignorancia de los demás, ante la opacidad del sistema, ante los viejos centros de poder, ante todo el que no es como él. Suzy Menkes, has sido trolleada.
En la primera parte de esta eterna historia terminábamos apuntando que dos de las tres notas más leídas en la web de este diario al respecto de los premios Goya hacían referencia a la alfombra roja y no a cosas del cine, intentando detectar con este ejemplo dónde se hallaban los verdaderos intereses del público, y confirmando, de forma algo torticera, nuestras peregrinas teorías. Ahora, en un ejercicio de periodismo de riesgo, hemos decidido entrar en una web de moda para ver qué es lo más leído allí, y ha resultado que la entrada con más visitas es la del… ¡horóscopo!
Xavi Sancho, Muro De Sonido, El País, 6 de marzo de 2012

6 mar 2012

TODO ES MODA (PARTE I)


“Si la moda es tu profesión, / entonces, cuando estás desnuda, supongo que debes estar desempleada” (Underwear, Pulp, 1995)
Universal contacta con Tommy Hilfiger para que les haga de asesor y les saque del embrollo. Lady Gaga presenta sus canciones en un desfile de Thierry Mugler. Beth Ditto tiene una línea de moda. Azealia Banks actúa en casa de Karl Lagerfeld. Converse junta a James Murphy, Damon Albarn y Andre 3000 para un proyecto alternativo (ríete tú de Nation Of Ulysses). La prensa coreana responsabiliza a las bandas de k pop como SNSD de que su país sea el cuatro territorio con mayor facturación para Louis Vuitton en todo el planeta. Burberry lanza un sello musical. Victoria Beckham ya no quiere aprender a cantar, pues su firma de moda factura 70 millones de euros. Mark Ronson diseña unas zapatillas para Gucci, y juntos promocionan una aplicación (600.000 descargas) para Iphone compuesta por temas escogidos por el dj. Diesel. Lacoste o Express organizan las mejores fiestas durante el festival Coachella, mientras las discográficas regalan sombrillas…. ¿Y dónde queda Adele en todo esto? Bueno, Adele es al pop lo mismo que Meryl Streep al cine. Y es que pensábamos que la tecnología era el nuevo rock, pero era la moda la que se apoderaba de la industria. Creíamos que los futbolistas eran las nuevas estrellas, pero los estilistas les adelantaron por la derecha. Pensábamos que la frontera entre mainstream y undergournd se difuminaba, mientras las blogueras de moda, de madrugada y subidas a sus Louboutins, levantaban un muro divisorio, y llamaban a Bansky -porque ellas lo valen- para que lo customizara. Aquí va la primera parte de un recorrido por cómo, desde que Britney Spears apareció vestida de colegiala en Baby One More Time, la moda, a razón de dos embestidas por año, se ha ido apoderando de la industria musical. Si Steve Jobs lo llega a saber, se come el Ipod.
I
El sexo es un país extranjero (aclaración previa)
La idea tradicional adherida al concepto de pop es la de sexo. Como la política y la moda, las cosas del meter también han inspirado su ’todo es sexo’, sólo que en esta ocasión no es cierto. Además, hablar de sexo es la cosa más aburrida del mundo, y practicarlo, pues, bueno, como la sinceridad, está pelín sobrevalorado. A lo que íbamos, que el clásico nos cuenta que todas estas mujeres satinadas, photoshopeadas y autotuneadas nos venden sueños húmedos, pulsiones hormonales, fantasías eróticas y demás formas de anticipar el fornicio, además de alguna que otra buena melodía. La idea es que los chicos querrán acostarse con ellas, y las chicas ser ellas. Esta teoría opera al revés de la que explica que si tienes un bar, es mejor poner un tío guapo que una tía buena detrás de la barra. Los chicos irán a pedir más, pero no les seguirán las chicas, sin duda, son las criaturas más elusivas de la creación. En cambio, las mujeres irán a chequear de cerca al guapo y, tras ellas, como ha pasado desde el principio de los tiempos, llegarán los hombres (ver El Diario De Adán y Eva de Mark Twain para más info). Pero este ‘principio de los vasos comunicantes en la barra’ resulta hoy excesivamente sofisticado para una industria musical que, en la mayoría de los casos, opera bajo estas dos premisas: ‘traedme a los nuevos X’ y/o ‘vamos a lanzar algo nuevo y revolucionario que sea exactamente como X’.
Esto ya no es exactamente un concurso de zorras pues, sino más bien un desfile de repollos. El panorama pop global está dominado por mujeres, no por motivos sexuales, como advertimos antes, sino por razones estéticas. Para decepción de David Beckham, el armario femenino sigue siendo más rico, atractivo y llamativo que el masculino, y como lo que estamos vendiendo aquí es moda, no música, es inevitable que las protagonistas deban ser ellas, cuyo talento está al servicio, no de su público, de su sello o incluso del productor de moda, sino de su diseñador de cabecera, de la firma de alta costura que las vestirá en la próxima alfombra roja y les pagará por tuitear y de esta nueva estirpe de estilistas estrella, que son a la moda lo mismo que los djs fueron a la música. Los premios se dan en la alfombra roja, los productos se venden en los vídeos musicales.
Todo puede ser moda y dejar de ser sexo porque hoy las chicas no quieren ser ellas, sino que esperan que algún blog les cuente cómo pueden vestirse como ellas. Y los chicos, bueno, los chicos son gays. En los conciertos de Rihanna, o de Kylie poner un guapo en la barra es un desperdicio, porque a los que se manda a por bebidas es a los heteros. Son los únicos que, de cualquier modo, iban a salir de la sala sin poder enumerar los cambios de vestuario del show.
…Y ahora, un heterosexual fan de Kylie, un gay seguidor de Rihanna y una chica fascinada con Madonna le dan a la caja de comentarios que hay al final de esta entrada y…
II
Adiós indie, hola hipster
En 1999 Britney Spears lanzaba Baby One More Time. Como todo el mundo que no haya estado en coma o en Kamchatka (…y ahora un ruso y Sandra Bullock en Mientras Dormías le dan a la caja…) los pasados 13 años sabrá, el tema fue un éxito global, y su vídeo aún más. Britney vestía de colegiala y, por primera vez, tras unos aciagos años dominados por boy bands o por grupos como Destiny’s Child, tan guapas y tan buenas que era pecado capital alabarlas con la mano libre, la crítica (formada en su mayoría por señores en la treintena con agorafobia) parecía convertirse en público objetivo de un fenómeno pop. Britney era diferente. Era fea, cantaba de pena, su tema era malo hasta ser bueno y su vídeo anticipaba el concepto cutre que mola antes de que Instagram se propusiera crear una generación de daltónicos. Así pues, con la aquiescencia de una crítica fascinada por la puesta en escena, y con su primera erección desde el 84, el público indie abrazó el fenómeno, provocando un cambio de paradigma tan sorprendente como complicado de gestionar. Travis hacían una versión acústica del tema que era el punto álgido de sus conciertos, las indie discos la pinchaban y los niños de colores la bailaban. Britney molaba. La industria ya no era el enemigo. La ironía se apoderaba de la nación underground. Se iba el indie y llegaba el hipster.
Durante unos años vivimos la falsa ilusión de que la frontera entre mainstrean e indie se estaba difuminando. Era la consecuencia lógica de una década de dieta a base de Nirvana, Oasis y Blur. Beyoncé era la leche, Kylie se reinventaba y lo partía en minishorts, Madonna iba al gimnasio y volvía con un sampler de Abba y un exitazo de dimensiones cósmicas. Todas estas canciones eran igualmente amadas por lectores de Rockdelux y lectores de sms. Curiosamente, y confirmando que, en realidad, lo que nos sucede hoy día no es que las cosas vayan muy rápido, sino que hay muchas cosas que van muy despacio a la vez, aún encontramos individuos convencidos de que la frontera entre alternativo y masivo sigue siendo difusa, cuando en realidad es una frontera más infranqueable que el paralelo 38, el que divide las dos Coreas. Atrapados en 1948 sin poder salir.
¿Qué pasó, pues? Simplemente, la industria del disco se quedó sin fondos, y a su rescate llegaron la de la tecnología y la de la moda. La primera quería su dinero, la segunda, su glamour. Y como los principios son más fáciles de hipotecar que los cuartos, la industria se levantó en armas contra la tecnología, dándole una razón de ser a Enrique Dans, y se plegó a los designios de la máquina del trapo, que venía la mar de fuerte gracias al auge del bling bling, pero también a la democratización de todos los trapos, propiciada, en gran medida, por el advenimiento de una serie de marcas que se dedicaron a copiar en tiempo real. Menswear reclaman el copyright del truco y telefonean a Amancio Ortega, quien pide que se subtitule la llamada.
“En el pasado, la única forma que tenía un músico de poseer ropa de diseño era robándola” (Michael Schmidt, diseñador)
III
Viejas zapatillas para la nueva ceremonia
Mientras, en el Lower East Side, los puertorriqueños, los judíos y los griegos veían como el barrio se empezaba a poblar con una nueva estirpe de jóvenes pálidos y delgaduchos con guitarras. Se parecían a los de 1974. Vestían como los de 1974. Pero pagaban sus consumiciones y cedían el asiento a las viejas en el autobús. Cinco de estos jóvenes formaron una banda llamada The Strokes. Su disco de debut forzó el que es, tal vez, el último cambio de escena en el mundo undergound que ha tenido una repercusión en la industria del disco, y la última moda nacida del rock que ha pillado por sorpresa a la industria de la moda. Antes de ellos, los artistas ponían algo de moda. Después, los artistas se han puesto lo que su estilista les ha dicho que es moda. Y es que, a partir de ellos, la sucesión de escenas alternativas solo servirán para que, en las reuniones de los viernes, los becarios de los shoppers o las agencias de publicidad les vacilen un poco a sus jefes. Consumo interno en la incomunicada isla de la música avanzada. Vale, Britney tiene 30 segundos de dubstep en un single, pero la infiltración del estilo en lo masivo es más una ensoñación crítica –añoranza de aquellos tiempos en que alguien se compraba un disco por una crítica- que una realidad tangible y, sobre todo, comercializable.
Al lío. Strokes introducen el rock en las revistas de tendencias, poniendo de moda un look desastrado vintage, que es la versión grasienta y neoyorquina de aquel primer arrebato de tienda de segunda mano que con el grunge propulsó la venta de ropa militar y el saqueo del armario del abuelo, y que, más tarde, con el britpop, invitó a Adidas a relanzar el modelo Gazelle. A mediados de los 90, Levi’s se sacó de la manga una línea vintage, acaso la primera escenificación corporativa del potencial que posee vender ropa nueva con aspecto de vieja a precio de pieza única. Ahora era el turno de las Converse All Star.
2001, y miles de jóvenes de medio mundo llamaron por teléfono a su madre para preguntarle si aún guardaba aquellas zapatillas tan chulas y tan incómodas que les compraron en sexto de EGB. Las madres respondían que no –‘hijo, si te las compré porque no nos llegaba para unas Nike Air Jordan’- y colgaban el teléfono convencidas de que, con la pasta que se habían dejado en mandar a aquellos chavales a la universidad, se podrían haber comprado una segunda residencia cerca de algún campo de golf. Mientras esto sucedía, tres meses antes del lanzamiento del primer largo de The Strokes, Converse se declaraba en bancarrota. Dos años más tarde, en pleno boom del fashion rock, la firma fue adquirida por Nike por 305 millones de dólares. En 2011, Converse facturó 1500 millones de euros. Durante ese mismo periodo, el cuarto disco de The Strokes, Angles, despachaba 90.000 copias en su primera semana en las listas estadounidenses. A final de año, las cifras no alcanzaban el medio millón, cuando Is This It, su debut y uno de los motivos por los que Converse hoy es más de lo que incluso en su supuesta era de gloria fue, despachó 3,5 millones.
Durante los siguientes años, el mundo de la música mantuvo una actitud displicente con repecto a lo que habían traído The Strokes. Con desdén, se le llamó fashion rock. Era mierda, era moda. No era auténtico, real y a pie de calle, como debe ser el rock, aunque provenga de gente tan impostada como New York Dolls, tan cazurra como Iggy Pop o tan arribista como David Bowie. Todos ellos genios, y peores personas. En fin, que la tendencia empezaba a confundirse con la moda. Se culpaba a los modernos de la gentrificación, de la vanidad global, de la impostura general y de que las Converse costaran el doble que hace unos años. Y mientras la música y sus aledaños confundían una vez más moderno con moda, la industria del trapo preparaba su asalto final. Y es que no nos equivoquemos: el moderno no tiene un duro, por lo que jamás es una amenaza. Simplemente, forma las tropas de choque de las firmas de moda y las revistas femeninas. Limpia el terreno, ya sea con sus canciones, su ropa de segunda mano o sus diseños (flyers-revistas gratuitas-webs-apps sería la secuencia), el camino para que luego los chicos grandes lleguen y hagan negocio. Eso hicieron sin querer The Strokes. Y en esto estamos hoy.
Menos mal que mientras todo esto pasaba, miles de seres humanos genéticamente superiores pasaban de las modas. Ay, qué haríamos sin espíritus libres y auténticos…
(Última hora: Cuando terminamos de redactar esto -sí, vamos sobre la bocina, planificarse es de cobardes-, las tres noticias más leídas en Cultura hacen referencia a los Goya, pero la primera gira alrededor de Anonymous y las dos siguientes tratan sobre la alfombra roja. Lo dicho: todo es moda, y cuando no llega, tecnología)
Xavi Sancho, Muro De Sonido, El País, 21 de febrero de 2012

2 mar 2012

MOD-ELICO


La carrera en solitario de Paul Weller nunca me había interesado lo más mínimo. Recuerdo haberlo visto en un FIB, y me resultó de lo más desalentador. The Jam y The Style Council pesaban mucho en mi subconsciente, pero la realidad siempre supera a Freud y a sus acólitos. Pero ahora, en pleno 2012, entono mi peculiar mea culpa. Y todo es culpa de Sonik Kicks, su onceavo disco en plan solista. Sale el próximo 26 de marzo, y cuenta con las colaboraciones estelares de Noel Gallagher y Graham Coxon, amén de las intervenciones puntuales de Ladytron (quizás por eso mi repentino interés) y Matt Helders (Arctic Monkeys) en la mezcla de The Dangerous Age (segundo single del disco). Nuestro protagonista ha definido su nueva obra como pop art a golpe de soul, jazz, sicodelia y dub con afiladas melodías y sonidos abstractos. ¿Quién da más? Paul siempre gana.

RUSIA BLANCA, RUSIA NEGRA


Soy voluble, Nina me pone más palote que Lana. Y es cien mil veces más sexy. Si a eso le añades que lo suyo es eurotechno, tan deep como tech, cocinado a partir de Chicago, dub, Detroit y ambient, ya está todo dicho, ¿no?

EL VIAJE A NINGUNA PARTE


Lo nuevo de Soap&Skin lleva el título de Narrow (salió el pasado 10 de febrero). Ocho canciones, ocho, donde destaca sobremanera la poderosa versión de Voyage Voyage de Desireless, quizás el tema principal de la película Stillleben (Sebastian Meise), su debut en el cine. Otro rostro femenino para el mundo de los sin rostro.
http://soundcloud.com/pias/soap-skin-wonder
http://soapandskin.com/