22 abr 2011

TEMPRANO ADIÓS AL SIGLO XXI

En la métrica pop, las décadas son la unidad de medida más común, pese a que son diversos los movimientos musicales que se suceden durante un decenio, -poco tienen que ver 1964 y 1969- y los hay que incluso se simultanean -si comparamos 1977 en Londres y Berlín, parece que hablamos de planetas distintos-. Con el cambio de siglo llegó una década que no sabíamos siquiera cómo denominar y que pronto se manifestó demasiado veloz y elusiva como para ser acotada mediante una unidad métrica tan inexacta como es la década pop. "Creo que terminó en 2008. No es que me pare mucho a pensar en estas cosas, pero sí siento que entonces nos sobrevino a todos un cambio demasiado radical. El estado mental anterior había sido anulado", recuerda Mike Skinner, líder y, de hecho, único miembro de The Streets. A principios de este 2011 editaba su quinto disco, Computers And Blues, y anunciaba su retirada del mundo de la música. El hip-hop inglés se quedaba de un solo plumazo sin su figura más representativa, un tipo cuya lírica se estudiaba en universidades y cuyo trabajo, según la crítica británica, debía ser comparado con el de Samuel Pepys o William Shakespeare más que con el de Eminem. James Murphy, acaso el tipo que dotó de contenido al revival del pospunk y actuó como catalizador del exitoso cruce entre electrónica y música indie, anunciaba poco después el fin de LCD Soundsystem con dos conciertos en Nueva York. Y The White Stripes, es decir, Jack y Meg White, también confirmaba recientemente que la banda que fijó los términos rock de los últimos años dejaba de existir.
Mientras el tiempo pop se dedica a correr a toda velocidad en casi todas las direcciones posibles, tres de los tipos que presenciaron en directo y en primera fila el devenir del último decenio deciden bajarse en una parada, pero, sobre todo, unas cuantas antes de las que su talento y el negocio suponían.
Acaso la despedida más plástica de la década la firmó con todo esplendor LCD Soundsystem, banda que, tras tres discos como tres soles, ofreció un gran concierto de adiós ante un Madison Square Garden repleto el 2 de abril. Según Javier Estalella, DJ Buenavista, programador de la barcelonesa Sala Razzmatazz, son varias las cosas que hemos aprendido del éxito de Murphy: "No hace falta tener tipazo para ser solista de una banda de moda. Puedes sacar cinco singles seguidos y al tiempo un álbum con 11 temas incluyendo cada uno de los singles ya publicados. Una retirada a tiempo es una victoria. Puedes editar una canción de casi tres cuartos de hora, hacer jogging patrocinado por Nike y no haber corrido ni una sola vez en tu vida".
Se acabó la fiesta y, aunque un año más tarde de lo métricamente correcto y tres después del cambio de mentalidad que comentaba Skinner, también la década. La noche anterior al concierto de LCD Soundsystem, el Madison Square Garden era tomado por The Strokes, otros popes del rock de principios de siglo. Sobre el escenario confirmaron lo que su último disco, Angles, sugiere: su agonía va a ser lenta, dolorosa y, ahora también, solitaria. "He madurado, pero he logrado que la gente que me sigue no se haya enterado de eso. En esta era es complicado madurar en público, nadie tiene tiempo para ti", apunta Mike Skinner acerca de despedirse entre loas de crítica y público, al igual que The White Stripes o LCD Soundsystem. A casi ninguno le dio tiempo de editar ese disco fallido que cuestiona la relevancia de todo artista en las horas previas a su autodestrucción.
"Esto cansa demasiado", opina Mike Skinner. "No sé cómo eran las cosas en los setenta u ochenta, pero hoy es muy complicado tener un proyecto musical y sostenerlo, sobre todo si tu éxito llegó antes de todo este lío de Internet y la cultura del nicho y yo qué sé. No es que sienta que me he desconectado de la actualidad; simplemente necesito tiempo para apartarme de ella y dedicarme a otras cosas. Mi realidad musical se forjó antes de que el mundo se volviera loco. Siento que yo, como The Streets, no tengo, ni tampoco quiero, un espacio en la escena actual", sentencia.
Xavier Sancho, El País, 22-04-2011